(Porque algo había que hacer con el tiempo perdido adentro de un ómnibus)

lunes, 5 de noviembre de 2012

Día 5: No es moco de pavo. (Confesiones de bondi parte I)


Desde los dieciséis años a esta parte cometí un gran error.
Y no es moco de pavo revertirlo, tampoco asumirlo.
Hoy no me levanté para la pavada, quisiera, pero no me sale. Me levanté reflexiva.
Tengo que admitir que durante nueve años amoldé mis sueños en función de la pareja de turno1 que me acompañaba, como los perros que se parecen a sus dueños, ¿entienden?
Quién era el perro y quién era el dueño no viene al caso. Lo que digo es triste y cruelmente serio.
Y con veinticinco años me encuentro escribiendo arriba de un ómnibus, con la experiencia de estar cumpliendo un año sola y con la incertidumbre de no saber qué hacer con mi manojo de sueños.
Por un lado me pone contenta, darme cuenta del error, asumirlo y por otro me puteo a los cuatro vientos por lo gila que fui, pero lo hecho, hecho está.
Anoche leí en Internet que en estos tiempos de crisis personales uno tiene que armarse de listas: pros y contras, qué te gusta hacer y qué no, dónde sentís tus pasiones y dónde vacíos e ir viendo.
Se que no será tarea sencilla, pero hoy hago público un gran paso para cumplir mis sueños: ante todo y ante todos permitirme soñar.
¡Chupen giles!
 Así que si me disculpan los dejo, tengo un par de listas por hacer.
¡Guardaaaa! Me bajo en la que viene.

1 Que conste que en esto en particular ellos no tuvieron nada que ver, me metí solita en este brete. 

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