(Porque algo había que hacer con el tiempo perdido adentro de un ómnibus)

martes, 30 de octubre de 2012

Día 4: No todos son gallegos


Contra la creencia popular uruguaya que afirma que todos los guardas son gallegos, yo digo ¡no!
La mayoría, tal vez, pero no todos.
Él no lo es. Lo vengo observando hace un par de meses. Tiene pinta de ser nuevito en el negocio, pero no por eso tiene porte de que le falte experiencia (¿de qué tipo? Lo dejo a su criterio).
Yo siempre tuve la costumbre de sentarme en el mismo lugar. Claro, siempre y cuando tenga la opción.
Alguien una vez me dijo que la fila de asientos detrás del chofer es la más segura, porque en caso de accidente el chofer instintivamente tiende a tirarse para el lado en que cree salvarse, un acto reflejo, y, yo le creí.
Entonces siempre me siento del lado de la calle digamos, en la mitad del ómnibus más o menos, lo que me deja en una posición favorable para observarlo (al guarda, ¿se acuerda? venía hablando de él).
Tiene piercings varios a la vista, también imagino que debe tener alguno escondido. Un día de calor le vi el tatuaje del brazo izquierdo y a juzgar por la calidad del mismo fue un tatuador amateur el que le estampó una calavera que parece sonreír cuando flexiona el brazo. Aunque a él le queda lindo.
Sus ojos son de color azul y tiene una mirada de niño insoportable que lo deja en evidencia.
Una vez hablé con él. Con su super moderno celular estaba escuchando una emisora de frecuencia modulada argentina y le pedí que subiera el volumen, John Cusack estaba hablando de rock y corazones rotos.
De repente, me besó.
Hace una semana estamos planeando nuestro casamiento, Cusack será el maestro de nuestra ceremonia.
Que feo es despertar de un buen sueño, pero más feo es despertar en un ómnibus con la lapicera metida en la nariz y la frente toda garabateada.
En fin, no todos los guardas son gallegos.

lunes, 29 de octubre de 2012

…Y mientras tanto en el Garage…


Ómnibus N°17: ¡Qué pinta! No me digas que te llevaron a Mejor Vida1.
Ómnibus N°69: Sí, y me limpiaron gratis.
Ómnibus N°17: ¿Cómo que gratis?
Ómnibus N°69: Por cada dos bondis que llevás, el tercero es gratis. Y tenés el respaldo Yutong2.
Ómnibus N°14: Ahora me llevan a mi, chau.
Ómnibus N°17: ¡Acordate de avisarles que te borren el “labame puto” que te encajaron en el último asiento!
Ómnibus N°14: ¡Siiii, el cerebro hay que lavarle al botija que me escribió eso!
Ómnibus N°17: Borrachoooo, si te hacés las llantas tenés balanceo gratissss.
Ómnibus N°14: ¡Graaaacias Desgraciaaaaa!
Ómnibus N°69: Lo van a tratar taaaan bien.

Porque no sólo en los placares se dan estos diálogos.

1Nota del Traductor: Better Life
2Scarabino se hizo el sota 

viernes, 26 de octubre de 2012

Dia 3: El baño del Baba.


No se copen, no voy a postear todos los días. Esta es la adrenalina del comienzo nomás, como todo.
Hoy merece una mención especial el loquito del pasillo.
Siempre, siempre se para en el mismo lugar. Es que desde ahí tiene una visión global de todos los pasajeros, aunque para ser más precisa, sólo le interesan los de sexo femenino.
¿Ubican los ómnibus con accesibilidad universal, con puertita en el medio, que desde la mitad del coche hacia atrás uno viaja como si fuera en la tarima de un boliche?
Bueno, el loquito en cuestión se para justo en la mitad del bus, agarradito del pasamanos para lisiados, justo enfrente de la puerta del medio.
Como les decía, apoyadito contra la ventana tiene visión de ciento ochenta grados.
Minita que sube, minita por la que se le cae la baba. ¡Es más! Tiene el tic “Palito Ortega”, ese que consiste en mojarse los labios con la lengua constantemente.
-¡Opa! ¡Despierte señora! ¡No me deja escribir! (esta vieja se durmió y se me viene encima, ¿qué hago? ¿le doy un codazo? ¡listo!).
¿Dónde me quedé? ¡Ah! ¡El loquito! Resulta que hoy está babeando, pero literalmente.
Claro, finalmente subió la temperatura y se ven los primeros escotes.
Y ahí está él, con su cabecita inclinada, el hilito de baba cuelga, se va estirando y estirando, se desprende y cae en el dedo gordo de mi pie.
-¡¡¡Te estás babeando, imbécil!!!
Si algún día me mirara a mi...

jueves, 25 de octubre de 2012

Día 2: Él no buscaba a nadie y la vio


El olor de la curtiembre me indica que conseguí asiento a mitad de camino, por lo menos voy a poder anotar algo.
El chofer está bastante malhumorado y estoy segura que la velocidad del ómnibus supera la permitida.
En fin, mmm, ¿qué puse acá? ¡ah! Éste fue el momento que agarramos varios pozos seguidos, no me entiendo la letra...
...
...
Hoy finalmente se animó a hablarle. Hace como un año que los veo intercambiar miradas pero nunca una palabra.
-Mirá que Harry muere al final.
-Jaja ¡qué gracioso! (contestó Anna sonando claramente sarcástica).
-Mmm podría ser un final interesante para que ese maguito se deje de joder de una vez por todas.
Anna cerró el libro y giró noventa grados para mirar directamente a los ojos de Nicolás.
-¡No me crié leyendo a Harry Potter para que venga cualquier atrevido a matarlo así como así porque le parece interesante! (ahí hizo el gestito ese con los dedos, como si pusiera comillas en la palabra interesante) ¡Ta! A Harry lo amo, que te quede claro, ¡lo a-mo!
-Perdón. No quería joder. Seguí leyendo, ¡loca de mierda!
Las últimas palabras no las dijo pero fue evidente que lo pensó.
Nicolás agachó la cabeza y lentamente fue girándola hasta apoyarla en la ventanilla. Se puteó a si mismo por el tiempo perdido imaginándose una noche de pasión con Anna. ¡Qué pajero! balbuceó mientras tocaba el timbre para bajar.
Dudo que vuelva a ver a Nicolás en el 103 de las ocho y cinco.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Día 1: Preséntome.


Que sea el día 1 no quiere decir que sea la primera vez que hago este recorrido.
¡No!
Hace novecientos veintiseis días y nueve horas que me dirijo a la parada de ómnibus cada mañana para venir hasta acá.
Entiéndase “hasta acá” como mi lugar de trabajo, pero no es lo relevante.
He iniciado este diario con el único fin de relatar las peripecias, conversaciones, catástrofes y festines que se producen todos los días hábiles del mes en la línea 103 de Cutcsa, tanto en su tramo de ida a Zonamérica a las ocho de la mañana, como en su tramo de vuelta a las seis de la tarde.
Sólo aquellos que hacen este recorrido todos los días entenderán la siguiente diferencia: no es lo mismo un 103 que un interdepartamental (pero esa aclaración la dejo para otro día). Simplemente digo esto para remarcar que hasta octubre del año pasado yo viajaba en un interdepartamental pero por motivos que no vienen al caso, desde entonces circulo en un 103.
¡Hoy hace calor! ¡Mucho calor! Sobre todo si lo comparo con el día de ayer que gracias a un ciclón (?) (al que no estamos acostumbrados) había un vientito “¡qué te volaba la bata!”, y la sensación térmica era mucho menor a la temperatura real.
Retomo, ¡hace calor! Son las 18:38 horas de un día del mes de Octubre.
En los asientos de enfrente Paula y Jorge1 tienen una conversación un tanto subida de tono, parece que ella tuvo una buena performance anoche.
Matías y Santiago2 , parados en el pasillo escuchan a Paula, y esbozan una sonrisa socarrona. No es normal escuchar esos comentarios de la boca de una chica, o sí, pero no a viva voz en un ómnibus3.
Por suerte yo agarré asiento enseguida. Después de asimilar el asqueroso calorcito del mismo, que dejó el señor regordete que me lo cedió procedí a sacar mi libretita de apuntes.
Miré para atrás, no vi nada, me choqué con un abdomen flácido de alguien que venía de pie.
Miré hacia el otro lado, allá atrás venía él (abro paréntesis: ¡deje de leer lo que escribo señor sentado a mi izquierda! Cierro paréntesis), allá atrás venía él, tan lindo como todos los días.
¡Ups! Me tengo que bajar.
Hasta mañana.


1 En realidad no tengo idea cómo se llaman, pero si les invento un nombre es más divertido.
2 Idem anterior.
3 Me niego a usar la palabra bondi.