El día que se conocieron él la saludó con la mano, ella improvisando un "hola" para eliminar el
beso que tiró al aire sacó la mano del bolsillo y correspondió el
saludo.
La segunda vez que se vieron, ella se
adelantó a extender la mano, pero esta vez fue él quien tuvo que
borrar el beso del aire.
Charla va, charla viene, una reunión
acá, otra reunión allá y Romina se descubrió googleando el nombre
de la persona que le estaba robando el aliento sin entender el por
qué.
Poco le importó que el 103 estuviera
lleno a las seis de la tarde, ni viajar cual ganado.
Ni siquiera se
dio cuenta, fue todo el viaje con destino Ciudadela pensando en él.
Tenía dos opciones, reconocerse
estúpida por los suspiros y el tiempo que estaba perdiendo pensando
en él, o encarar la situación, aclarar los tantos y...reconocerse
estúpida claro está.
Hoy Romina no fue a trabajar. Se sentía
tan feliz.
Por primera vez en su vida entendió lo
que significan las mariposas en el estómago.
El médico le diagnosticó
gastroenterocolitis, cuarenta y ocho horas de reposo y un blister de
clonazepam.
Mientras tanto poco se sabe de él.
Tampoco se ha probado su existencia.